Derecha: ex Ramírez Sádaba 2003e, 226, lám. LIII.
Dibujo: M. Á. Carmona y Á. Ventura (propuesta de restitución de inscripción Cat. n.º 8 de Ventura Villanueva - Stylow 2023, 185, fig. 30).
ERAE 39
HEp 6, 1996, 129
CIIAE 67
EAOR VII 47a
Ramírez Sádaba (1995, 296) obseva que Livia nunca fue denominada LIVIA AVGVSTA. Fue LIVIA antes de la muerte de Augusto y IVLIA AVGVSTA después. Ni en Hispania ni en Roma se documenta epigráficamente LIVIA AVGVSTA, aunque sí en la Galia (CIL XIII 1366). Sin embargo, en el comentario a esta inscripción se reconoce que la denominación oficial es IVLIA AVGVSTA, y se explica la dedicación a LIVIA AVGVSTA porque en vida ya se le llamaba así y porque desde el 11 a.C. se levantó en la Galia el ara Romae et Augusti. Pero esta denominación sería muy extraña en Augusta Emerita porque aquí las monedas se acuñaron con el nombre de Iulia Augusta. En consecuencia no se puede restituir ningún texto satisfactoriamente.
Las letras son de gran tamaño, lo que indica que se grabaron para ser vistas a distancia. Por el tipo de soporte (tablero de mármol) y por el carácter monumental de las letras Mélida (1919, 35) pensó que se grabaron "acaso en un alto friso que tuviese la portada principal del Anfiteatro por Occidente". Alicia Canto propone que pertenecería a algún homenaje póstumo a Julio César en el anfiteatro, de acuerdo a este testimonio de Mélida sobre su lugar de hallazgo.
Para Mélida podría corresponder a la época de Augusto. Para García Iglesias sería posterior al 19 d.C., fecha en que Livia recibió el sobrenombre de Augusta (cf. CIIAE 68). El sombreado es técnicamente bueno, pero las letras pueden pertenecer a la época de Augusto o a un período más amplio. Pero Livia no recibió honores divinos hasta que Claudio fue nombrado emperador, es decir, post 41 d.C. (cf. Suetonio V, 11). En cualquier caso, habida cuenta de la imposibilidad de identificar a Livia en este fragmento, la fecha debe fijarse por los caracteres internos.
En este sentido los tableros parecen corresponder a una fecha más avanzada, seguramente en el s. II, cuando se hicieron las reformas en el teatro. La factura es muy tosca: los pies de las letras son muy rectos y la incisión ancha y sin pulir; incluso el mármol es ligeramente diferente. Aunque Ramírez Sádaba propuso en 1995 que debía "corresponder a época severiana", quizá sea esta fecha excesivamente tardía.
Obsérvese que los tableros están pulidos por ambas caras, es decir, eran visibles por las dos partes, luego tenían que estar exentos. Serían parte del pluteus que separaba el sacrarium del teatro, en el que se habría grabado alguna inscripción que no acabamos de recomponer. O tal vez era otra barandilla de separación (balteus) de dicho edificio.
Para Ángel Ventura (2023, 182 ss., nº 8, fig. 30 y 34), formaría parte junto a otros cuatro fragmentos conservados (CILAE 1637, 1638, 1669, 1670) y uno desaparecido (visto por Wickert), que no casan entre sí, aunque todos ellos del mismo tipo de mármol, espesor, dorso redondeado y tamaño de letras, de varias placas consecutivas de pluteus marmóreo con un titulus magnificus indicando la reserva de loca para los augustales en el teatro. Concretamente Ventura propone que esta barandilla por su anchura estimada de 5,19 metros iría inserta en el reposapiés conservado de la primera grada del cuneus occidental, donde existe un canal labrado de 10-12 cm de ancho.