Por encima del texto presenta unos rasgos (uno curvilíneo y otro en forma de L), que no guardan ordenación epigráfica entre sí. Más bien parecen incisiones que se han hecho en la piedra con posterioridad. El rasgo curvilíneo incluso podría ser accidental.
Las letras son capitales cuadradas con algún trazo librario (especialmente el asta oblicua de la R que es curva, y la barra horizontal de la L, también ligeramente curvada). La l de AELIVS, volada sobre la L, y la segunda V de PROCVLVS también volada sobre la L. Hay un punto circular entre la P y la A que podría ser interpunción, pero, como hay otro similar entre la E y la L, podrían ser ambos el fruto de sendos golpes.
P(ublius) Aelius
Proculus
Se puede, por tanto, pensar que se trata de un exvoto hecho a Ataecina, calificada de Dea y Sancta, calificativos que a veces preceden al nombre de la diosa (cf. Ramírez Sádaba 2019 [2020], nº 4). Habría espacio para una cuarta letra, que podría ser la T de Turibrigensi, calificativo también documentado en Augusta Emerita (Ramírez Sádaba 2019 [2020], nº 1, 2, 3, 6, 7), pero no queda ningún resto que garantice su existencia.
Es el primer testimonio de Ataecina sin la habitual fórmula alusiva al cumplimiento del exvoto, pero más extraña sería una fórmula funeraria, porque en la primea línea solo podrían estar las iniciales del difunto y tampoco hay fórmula final (ni depositiva, ni desiderativa ni ergativa). Por eso creemos que se trata de un ara votiva dedicada a Ataecina. Como la calle Brudo (lugar del hallazgo) está próxima al Templo de Diana, se podría pensar en una dedicatoria hecha en algún lugar sacro del foro municipal, pero por sus dimensiones, ara de módulo pequeño (cf. Hidalgo Martín et al. 2019, 63-66), es probable que estuviera colocada en algún larario doméstico.
El dedicante porta una onomástica característicamente romana, como es habitual en todos los devotos emeritenses (Cf. Ramírez Sádaba 2019 [2020], nº 2, 4, 5, 6, 7, 8, 9. 10, y Apéndice 2), indicio del arraigo y pervivencia que tenía la divinidad indígena en un ambiente plenamente romano o romanizado, como era el de Augusta Emerita..
Por el tipo de paleografía se podría proponer una datación en el último tercio del siglo I d. C. o comienzos del II.