Las dos primeras líneas del epígrafe, de tamaño más reducido y con distinta paleografía a la del resto del epitafio, acogerían un carmen sepulcrale del que sólo podemos leer completa su primera palabra, el relativo arcaico quoi (por cui), y el comienzo de la siguiente (¿pater?). Aunque no son muy frecuentes los comienzos de este tipo, existen en algunos carmina como: 1) el inicio del hemistiquio, cui pater hunc tumulum… (AE 1982, 984, Tipasa, Mauretania Caesariensis); 2) o el verso, cui pater a superis multos cum posceret annos… (AE 1925, 41, Sitifis, Mauretania Caesariensis). La forma arcaica del relativo quoi ya aparece en uno de los primeros textos latinos epigráficos, el de la conocida Lapis Niger (CIL I2 1 = ILS 4913, Roma), y en varias leyes del Estado romano (CIL I2 582, 585) o algunas municipales (por ejemplo, CIL I2 590, 2924, Tarentum), incluso la lex Flavia municipalis de época de Domiciano (p.e., AE 1986, 333, copia con procedencia de Irni en la Bética, caps. 29, 70, 71). Asimismo, lo encontramos con bastante frecuencia en los carmina funerarios epigráficos, ya sean de época republicana (cf. CIL I2 1215 = CLE 59, Roma) o de época imperial (CIL VI 30119, 53203 = CLE 367, 1037, Roma; etc.); es decir, precisamente en los tipos de textos que son más parecidos al tratado aquí.
FA- abriendo la segunda línea quizás aluda a un término como fatum, recurrente en este tipo de inscripciones.
A partir del tercer renglón seguramente se desarrolló la conmemoración del difunto, en letras muy marcadas y de un mayor tamaño y con los formulismos convencionales. Así, las cuatro primeras letras (Tett-) introducirían en esta parte del epígrafe su onomástica. Proponemos un nomen gentile como Tettonius, repetido en un altar funerario emeritense (CILAE 451) o bien cualquier otro con el mismo comienzo.
Fecha: segunda mitad del siglo I d.C., por los rasgos paleográficos y el uso de la forma arcaica del pronombre relativo.