Los dos renglones conservados se grabaron con sentido dextrorsum curvilíneo ambos. Entre ellos hay un espacio interlineal de 2,5 cm. El exterior (línea 1) está muy próximo al borde de la pieza (a 3 cm) discurriendo en paralelo a él. Desde el renglón interior (línea 2) hasta la fractura inferior hay un vacat de 12-13 cm, lo que hace suponer que no fueron grabadas más de dos líneas sobre la tabula. A tenor de lo conservado, el renglón más próximo al borde (línea 1) debió extenderse por toda la cuerda de la circunferencia, completando el perímetro de la pieza; mientras que el interior (línea 2) solo lo hizo parcialmente, por la espaciada ordinatio al grabar las iniciales de la fórmula votiva. Así pues quedó en el centro de la pieza un amplio espacio circular sin grabar, anepígrafo.
Letras elegantes capitales cuadradas con pies bien marcados. En línea 1 se grabó una C invertida (= centuria); la G tiene el apéndice recto, la A con el asta izquierda más fina que la derecha y la T con la barra horizontal ligeramente curvada.

Hallada en 2008 en la intervención arqueológica con nº de registro 8185 del CCMM, en el solar ubicado en el número 12 de la calle Cervantes de Mérida. Fue encontrada con su cara inscrita boca abajo, reutilizada en un enterramiento primario formando parte de la cubierta o cumpliendo la función de hito de una inhumación infantil de cronología bajoimperial (ss. III-IV d.C.), coetánea a la propuesta para el área funeraria donde se ubicaba este enterramiento. 

Los primeros editores analizan los posibles nombres que comienzan por MERCAT, como Mercatus, Mercatorius, Mercatus, Mercatianus o Mecatillus, excluyendo los dos primeros por su condición de nomen y los siguientes por poco usuales o demasiado largos. En principio es preferible Mercator por la indicada huella de O en la fractura.
También se preguntan por el destinatario de la dedicación que podría ser una divinidad vinculada al culto imperial, al estamento militar o simplemente algún dios del panteón romano, concluyendo que, si no se nombró explícitamente, es porque el contexto religioso era suficientemente conocido como lugar habitual de su culto.
Los rasgos paleográficos se ajustan bien a una cronología de época flavia, que no desdicen de otros criterios de datación internos, como la indicación de la Legión Séptima con sus epítetos primigenios G(emina) y F(elix) y la fecha post quem de su establecimiento en Hispania como única tropa legionaria de la Península, el 74 o 75 d.C.