Al parecer, Valenzuela recibió dos textos distintos. Son claros el nombre del difunto y la fórmula de deposición. Una diferencia es el texto que hay entre ambas. Una lee PAI y otra CAESAR. La primera no tiene sentido, la segunda puede explicarse. Mommsen indicó a Hübner que PAI podría ser el final de [CAE]SAR, mal leído. Hay que entender, por tanto, que su autor no vio las tres primeras letras (¿perdidas ya?). Para la línea final habría que proponer la misma solución: dicho autor ya no vio la I inicial ni el asta recta izquierda de la N, por lo que en vez de IN leyó V. También estaba algo erosionada la F y leyó T. Más difícl es explicar los siguiente, porque parece que vio la O, entendida como D, de manera que vio FRO, aunque colocó la interpunción entre R y O. En cualquier caso, es cierto que entendió mejor la inscripción el lector de nuestro exemplum, porque lo habitual es que la pedatura cierre el epitafio y la medida XII pies es muy habitual en este tipo de monumentos. Por eso hemos hecho esta propuesta de exemplum.
Queda por explicar CAESAR en línea 2. Teniendo en cuenta que Pacius (o Paccius ?, para Stylow) puede ser un nombre indígena (Vallejo Ruiz 2005b, 364), Caesar no parece un agnomen, como ya observó Hübner (cognomen vix potest cogitari), sino una origo, Caesar(inus) (i.e. Norbensis coloniae vicinae). Esto parece confirmarse epigráficamente (Floriano Cumbreño 1931, 34-35), aunque a García Iglesias le parece dudoso y piensa en un error de la copia correspondiente. Stylow volvió a sugerir, con dudas, un agnomen Caesar(us), que efectivamente existe y funciona como cognomen (Vallejo Ruiz 2005b, 244-246), pero parece extraño que nuestro personaje portara dos cognomina indígenas (Pacius y Caesarus).
Estructuralmente la explicación lógica sería la sugerida por Hübner. Nuestro individuo portaba un nomen romano (Salvius), un cognomen indígena (Pacius) y el tercer elemento onomástico sería la origo (Caesar(inus)), aunque no es habitual que se abrevie, porque podría ser equívoco.